Seattle: bienvenidos a la Ciudad Esmeralda

Seattle

Seattle es una vibrante y cosmopolita ciudad ubicada al noroeste de Estados Unidos, en el estado de Washington. Su localización un tanto alejada de los destinos turísticos más habituales hace que no sea tan conocida como otras ciudades del país. A nosotros Seattle nos sorprendió muy gratamente y la disfrutamos al máximo durante el día y medio que pasamos conociéndola.

Situada en un entorno natural privilegiado, Seattle es famosa por su clima lluvioso. Enclavada a orillas de Elliot Bay, en el estrecho de Puget, la ciudad está rodeada por montañas, volcanes, lagos y bosques siempre verdes. La belleza paisajística del estado de Washington es innegable, tal como pudimos comprobar en los días siguientes. Por el verdor de su vegetación exuberante, Seattle se ha ganado el  merecido sobrenombre de Ciudad Esmeralda.

El punto de partida de nuestro road trip

Seattle fue la ciudad elegida como punto de partida del road trip que nos llevaría por el norte de Estados Unidos hasta Chicago.

Solamente pudimos dedicarle un día y medio. Parece poco, pero al tratarse de una ciudad no demasiado grande y con un centro bastante compacto, tuvimos tiempo más que suficiente para conocer lo más significativo de Seattle. Evidentemente, un par de días extra nos hubieran venido de perlas para disfrutar con más calma de esta interesante ciudad. Pero aún así, nos marchamos satisfechos con la experiencia.

Enseguida nos quedó claro que Seattle es una ciudad cosmopolita e interesante. Con un papel importantísimo en la lucha medioambiental, Seattle también se erige como uno de los centros de la contracultura estadounidense. Sede de importantes empresas relacionadas con la informática y la tecnología más puntera (al fin y al cabo Microsoft nació aquí), también es conocida por la calidad de su café y por ser la cuna de la música grunge. Aunque no sea ni mucho menos el mejor café del mundo, no hay que olvidar que el primer Starbucks del mundo está en Seattle.

El Starbucks original, en Pike Place Market, se ha convertido en una atracción turística más.

Sin duda hay mil razones por las que Seattle es una ciudad interesantísima, con un ambiente relajado y que invita a disfrutarla sin prisas. A continuación hacemos un repaso de todo lo que vimos e hicimos tras nuestra llegada a la ciudad.

Una agradable llegada

Nuestro avión aterriza en el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma sin ningún contratiempo. Esta no es la primera vez que volamos a Estados Unidos, pero sin duda es la primera vez que describiríamos como «agradables» los trámites del control de inmigración.

El aeropuerto de Seattle no es pequeño, aunque sin duda no es comparable con el JFK de Nueva York o el LAX de Los Angeles. Sin embargo, se respira otro ambiente. Los policías parecen más alegres y relajados que los de otras partes del país. El que nos atiende en el control de pasaportes es muy simpático. Cuando descubre que somos españoles, empieza a charlar con nosotros en nuestro idioma (él es de origen hispano). Nos echamos unas risas y el engorroso trámite se hace mucho más llevadero.

Tras recoger el coche en la empresa de alquiler, nos dirigimos al motel donde nos vamos a alojar. El Kings Inn (2106 5th Avenue), al que simplemente describiríamos como correcto, está muy bien situado en pleno centro de Seattle. Esto nos permitirá ir caminando a todas partes, un aspecto muy importante en todos nuestros viajes. Además ofrece aparcamiento gratuito, algo muy importante a tener en cuenta ya que estamos en pleno centro de la ciudad, en el barrio de Belltown.

El lado más dulce de Seattle

Entre una cosa y otra, nos damos cuenta de que no hemos comido nada desde el desayuno que nos han dado en el avión. Tampoco es que estemos hambrientos (cosas del jet lag, seguramente), pero nos vendría bien comer algo.

No se nos ocurre nada mejor que endulzarnos un poco el día. Justo al lado del motel, en el edificio contiguo, se encuentra Top Pot Doughnuts (2124 5th Avenue), una popular tienda de donuts. Están considerados de los mejores de Seattle y no queremos dejar pasar la ocasión de probarlos. Sin duda se trata de una buena decisión, porque están para chuparse los dedos.

A la izquierda, el donut «glazed old fashioned» y a la derecha, el «salted caramel old fashioned». Están tan buenos que no podemos evitar darles un mordisco antes de hacerles la foto.

Como seguimos con ganas de algo dulce, nada mejor que probar un cupcake en The Yellow Leaf Cupcake Company (2209 4th Avenue). Está a menos de 200 metros de la tienda de donuts, así que en un par de minutos nos plantamos frente al mostrador repleto de cupcakes. Todos tienen un aspecto delicioso, pero el más popular de todos se llama Pancakes ‘n Bacon, y ese es el que queremos probar.

El cupcake Pancakes ‘n Bacon.

Su nombre lo dice todo: el cupcake es de tortitas y bacon. Es una combinación excelente, así que no dudamos en hincarle el diente. Aunque su aspecto es de lo más apetecible, resulta que está malísimo. Tanto, que al final acaba en la basura. Es una lástima, porque a nosotros nos suele gustar casi todo, pero en este caso no podemos ni siquiera terminar de comerlo. Pero para gustos hay colores, y si este cupcake es el favorito de los clientes, será por algo. Tanta gente no puede estar equivocada, ¿verdad?.

La Aguja Espacial

Ya a tope de azúcar y con las energías recargadas nos vamos a conocer el lugar más emblemático de Seattle: la Space Needle. Situada a tan solo un kilómetro del motel, llegamos en apenas diez minutos mientras damos un agradable paseo.

Luce un día magnífico, con el cielo despejado y un sol estupendo. Al contrario de la creencia popular según la cual en Seattle siempre llueve, los veranos suelen ser bastante agradables. Por suerte para nosotros, vamos a disfrutar de un tiempo estupendo durante toda nuestra estancia.

Construida en 1962 para la Feria Mundial, la Aguja Espacial es sin duda el icono de Seattle y la imagen que todo el mundo asocia con esta ciudad. Se sitúa en el Seattle Center, una zona rodeada de jardines y con otros edificios interesantes.

Es la construcción más elevada en los alrededores y su blanca estructura destaca contra el cielo azul. La parte superior tiene una curiosa forma de platillo volante, y los ascensores que llevan hasta el mirador de la parte superior tienen un aire art decó que nos recuerda a la película Metropolis.

Es posible subir al mirador que hay en la parte más alta, así como comer en su restaurante panorámico. Nosotros prescindimos de esta visita, pero si queréis información sobre los precios y horarios podéis consultar su página web.

Un paseo por el Seattle Center

Toda la zona está muy concurrida, llena de familias con niños paseando. El ambiente es muy agradable. Los jardines que hay alrededor de la Aguja Espacial están muy cuidados y se han llenado de gente que está disfrutando de este bonito día de verano. Se nota que es sábado y la gente tiene la tarde libre.

Este colorido tótem se encuentra en los jardines que rodean la Space Neddle.

Aquí tiene su parada final el Seattle Center Monorail. Es un monorraíl elevado que hace un breve trayecto por la ciudad y que solo usan los turistas. Da la casualidad de que pasa frente a nuestro motel, así que lo vamos a ver con mucha frecuencia.

Otro edificio interesante que hay junto a la Space Needle es el EMP Museum, diseñado por Frank Gehry y totalmente fiel a su estilo en cuanto a las formas.

Las formas ondulantes del EMP Museum son uno de los sellos de identidad de Frank Gehry.

El curioso edificio alberga un museo dedicado a la música, la ciencia ficción y otras facetas de la cultura popular. Nosotros no entramos a verlo porque vamos algo justos de tiempo, pero parece realmente interesante.

El animado Downtown

Tras nuestro agradable paseo por los alrededores de la Space Needle, nos dirigimos al Downtown. Allí se encuentra el centro financiero de la ciudad. Aunque Seattle cuenta con una variada oferta en cuanto a transporte público, nosotros no lo utilizamos y optamos por ir caminando a casi todas partes, ya que es algo que nos gusta porque nos acerca más a la ciudad. Además, aunque hay algunas cuestas muy pronunciadas, Seattle invita a pasear con calma y sin prisas y a disfrutar de sus rincones.

Frente al Seattle Art Museum, situado en el 1300 de 1st Avenue, se encuentra esta escultura cinética, llamada Hammering Man. El brazo de la escultura que sostiene el martillo se mueve varias veces por minuto durante las 24 horas del día.

En el centro vamos deambulando mientras miramos escaparates de tiendas y observamos a la gente. Toda la actividad se concentra en torno a las calles Pike y Pine, que son un hervidero de gente. Pronto nos damos cuenta de que la ciudad parece estar tomada por gente con uniformes de marinero.

Resulta que hay dos portaaviones de la US Navy atracados en el puerto y es algo así como la «semana de la flota». Los miembros de la Armada que están de permiso se pasean por toda la ciudad vestidos con los distintos uniformes, la mayoría de un blanco inmaculado.

Pike Place Market: un paraíso gourmet

Además de la Space Needle, otra visita imprescindible en Seattle es el Pike Place Market, el famoso mercado en el que destacan sobre todo los puestos de venta de pescado y marisco fresquísimo.

A esta hora de la tarde los puestos de venta están todos cerrados, así que volveremos a la mañana siguiente. A pesar de ello, hay bastante gente curioseando por allí.

Unos turistas posan junto a Rachel the Pig, la mascota de Pike Place Market. La cerdita Rachel es una enorme hucha de bronce en la que se pueden hacer donativos que van destinados a ayudas sociales.

Pero aprovechamos para curiosear un poco por allí y para acercarnos a ver el famoso Gum Wall, un trozo de pared de un callejón cercano que está totalmente recubierto de chicles de mil colores que la gente ha ido pegando.

Es un poco asqueroso y desprende un olor dulzón un poco desagradable, pero sin duda vale la pena acercarse a contemplar esta «obra de arte» urbana.

Atardecer en el Waterfront Park

Bajamos a continuación hasta el Waterfront Park, junto al Seattle Aquarium y a los muelles repletos de animados restaurantes. Desde aquí contemplamos las magníficas vistas de la bahía y del Pier 57, con su gran noria.

A nuestras espaldas se alzan los edificios del Downtown de Seattle.

Empieza a ponerse el sol y las vistas desde aquí son magníficas. Nos sentamos en un banco y disfrutamos del ir y venir de la gente a medida que va oscureciendo y comienza a refrescar.

Disfrutando del marisco más fresco

Precisamente en el muelle 57 es donde se encuentra el restaurante que hemos elegido para cenar: The Crab Pot. Tras hacer una hora de cola para poder entrar (el restaurante es muy conocido desde que salió en el programa de televisión Crónicas carnívoras), finalmente podemos degustar su famoso Alaskan Seafest.

Se trata de un auténtico festín de marisco servido en un bol enorme y compuesto por patas de cangrejo de tres variedades distintas –dungeness, king y snow crab-, gambas, almejas, mejillones, patatas asadas, salchichas picantes y mazorcas de maíz, todo ello acompañado de mantequilla fundida para mojar. El bol lo vacían encima de la mesa, y como únicos utensilios tenemos unas tablas de madera y unos martillos, además de unos baberos enormes para no mancharnos.

Una mariscada en toda regla.

La cena no es barata, nos cuesta 90 dólares. Pero un día es un día y nos regalamos esta deliciosa mariscada. Al salir del restaurante tras la copiosa comilona, volvemos a pasar frente al Pike Place Market, donde el cartel de neón iluminado resalta contra la oscuridad de la noche.

Aunque es sábado y solo son las diez de la noche, el centro se ha vaciado de gente y solo quedan algunos sintecho tirados por las esquinas (una imagen que, lamentablemente, es muy habitual en todas las ciudades americanas que hemos visitado en los últimos años).

Tomando el brunch del domingo

Nuestro segundo día en Seattle da la casualidad que es un domingo, así que nada mejor que ir a tomar el brunch. En nuestro caso optamos por ir a Macrina Bakery (2408 1st Avenue), que está cerca del motel y donde la comida está deliciosa.

Desayunando un enorme gofre con nectarinas y nata montada con almendras, acompañado por unas crujientes tiras de bacon.

A las ocho en punto de la mañana estamos sentados en la mesa, esperando a que nos traigan la comida. El local se llena enseguida de gente, al parecer los brunch que sirven aquí son bastante conocidos en la ciudad. Tampoco hay demasiadas mesas, así que nos alegramos de haber llegado tan temprano.

Este invento del brunch es una gran contribución de los americanos a la gastronomía mundial. Nada mejor para empezar la mañana que este panecillo parecido a un bagel con salmón ahumado, un huevo revuelto con cebollino, cebolla y crema agria, acompañado de patatas asadas y unas fresas.

Evidentemente, no es el desayuno más económico del mundo. Nos cuesta 31 dólares, pero los pagamos gustosamente porque está todo absolutamente delicioso.

El ajetreo de Pike Place Market

Tras el fantástico brunch nos acercamos de nuevo a Pike Place Market. A esta hora de la mañana ya está en pleno funcionamiento y el ambiente es muy animado y bullicioso. Los precios son bastante elevados pero todo tiene muy buen aspecto y la presentación está muy cuidada.

En la zona del mercado donde se congregan la mayoría de puestos que venden pescado vemos a muchos curiosos como nosotros deambulando. El pescado y el marisco tienen un aspecto fabuloso y dan ganas de comprar un poco de todo.

En el exterior del mercado abundan los puestos de artesanía y de flores. Es un placer pasear por allí y nos lo tomamos con calma, intentando no perdernos ningún detalle.

En la esquina de 1st Avenue y Pike St se alza este bonito edificio, que entre otras cosas alberga la maravillosa librería Left Bank Books.

Frente al mercado hay un parque, el Victor Steinbrueck Park, que invita a sentarse y disfrutar de las vistas. A primera hora de la mañana suele haber bastantes sintecho durmiendo en el césped, pero a media mañana el lugar es un hervidero de gente y de turistas.

En el parque podemos contemplar un par de tótems de madera. Son una bonita muestra del arte de los nativos americanos de esta zona del país.

La gente suele comprar comida en el mercado y sentarse luego aquí para comer tranquilamente al aire libre. Eso es lo que hacemos nosotros al mediodía.

Una crema de almejas para chuparse los dedos

Compramos unos macarrones con queso en Beechers Handmade Cheese (1600 Pike Place) que están para chuparse los dedos. Después nos sentamos en un hueco libre del parque para saborearlos como se merecen. Además de vender unos macarrones riquísimos, en esta tienda fabrican su propio queso. Desde la calle, a través de unos grandes ventanales, se puede contemplar todo el proceso de fabricación.

Para completar nuestra comida vamos a Pike Place Chowder (1530 Post Alley), donde hay una cola inmensa para probar sus deliciosas sopas y cremas. La famosa clam chowder es su especialidad, y a juzgar por la cola de gente que hay esperando, debe de merecer la pena. Lo mejor es elegir varios tipos distintos de cremas, para probar un poco de cada. Nosotros optamos por el menú degustación, que incluye cuatro variedades diferentes por tan solo 13 dólares. Elegimos la crema de almejas al estilo de Nueva Inglaterra, la crema de pollo y maíz al estilo sureño, la crema de salmón ahumado y la crema de vieiras. Están todas muy buenas y merece la pena la cola que hemos tenido que hacer.

Pioneer Square: un paseo por el corazón de Seattle

Después de comer nos acercamos hasta Pioneer Square, la parte más antigua de la ciudad. Los fundadores de Seattle se asentaron aquí por primera vez en 1852. En 1889 un gran incendio destruyó la práctica totalidad de Pioneer Square. En la reconstrucción inmediata se emplearon ladrillos y piedra para levantar los nuevos edificios, en vez de madera. Hoy en día se conservan perfectamente y son una magnífica muestra de la arquitectura de finales del siglo XIX.

Un tótem se alza en Pioneer Square.
Una bonita pérgola de hierro y cristal se levanta en el extremo sur de Pioneer Square.

En la esquina de 1st Avenue y Yesler Way se encuentra la pequeña plaza que constituye el epicentro de Pioneer Square. Desde este punto, nos dedicamos a pasear por los alrededores. Como es domingo por la mañana, la zona está muy tranquila. Las tiendas están en su mayoría cerradas y apenas hay movimiento.

En Occidental Square, una bonita plaza rodeada de preciosos edificios, encontramos un monumento en memoria a los bomberos fallecidos durante su trabajo.

Los edificios antiguos de ladrillo son preciosos, las calles están llenas de árboles y en las farolas cuelgan macetas llenas de flores de colores. Pero aún así lo que más llama la atención es la enorme cantidad de mendigos que hay por todas partes. No se ven muchos turistas ni mucha gente en general, por lo que los mendigos, que se cuentan por docenas, destacan todavía más.

Durante la preparación del viaje habíamos leído sobre la degradación progresiva del barrio. Hemos podido comprobar que es algo totalmente cierto. Aún así, Pioneer Square es una visita imprescindible y merece la pena pasear con calma por sus calles (eso sí, mejor hacerlo a plena luz del día).

Descubriendo Capitol Hill

Seguimos de paseo por la ciudad, en este caso en dirección a Capitol Hill. El motivo de nuestra larga caminata cuesta arriba hasta aquí no es otro que visitar una fantástica librería independiente que hará las delicias de cualquier aficionado a la lectura como nosotros: la Elliot Bay Book Company (1521 10th Avenue).

La librería es magnífica, muy amplia y luminosa, con los suelos y los techos de madera maciza. Invita a pasar un buen rato deambulando por entre las estanterías repletas de libros. Esta librería se encontraba originalmente en Pioneer Square, pero optaron por trasladarse a Capitol Hill en vista del panorama y de la progresiva degradación del antiguo centro de Seattle.

Para reponer fuerzas, nada mejor que un helado artesano en Molly Moon’s (917 E Pine St), una heladería a la vuelta de la esquina. Capitol Hill es un barrio de moda en la ciudad, repleto de cafeterías (no os olvidéis de probar el famoso café de la ciudad) y bares. Por la noche ofrece una animada vida nocturna, aunque nosotros no llegamos a disfrutarla. Sin duda vale la pena acercarse hasta aquí para disfrutar de su ambiente.

Las mejores vistas nocturnas de la ciudad

Como punto final a nuestra visita a Seattle, no hay nada mejor que disfrutar de las vistas nocturnas de la Space Needle. De hecho, ninguna visita a la ciudad estaría completa sin acercarse a contemplar el panorama desde Kerry Park. Nos acercamos hasta allí en coche y llegamos en apenas cinco minutos.

Aún es posible apreciar la silueta del monte Rainier, el impresionante volcán que tendremos la suerte de visitar dentro de unos pocos días.

Kerry Park es un pequeño parque en el barrio de Queen Anne que hace las veces de mirador. Desde aquí hay unas vistas incomparables de la Space Needle. Cuando llegamos la zona ya está llena de gente montando los trípodes para hacer las mejores fotos. Lo mejor de todo es que incluso se aprecia el monte Rainier como telón de fondo. Lástima que con la luz desvaída del atardecer no se distinga demasiado bien.

A medida que el sol se va poniendo, las luces de la ciudad se van encendiendo, ofreciendo un espectáculo inmejorable que es la mejor despedida que nos puede ofrecer esta tranquila y bonita ciudad.

Por la mañana a primera hora vamos a coger el ferry que nos llevará hasta la Olympic Peninsula. Los próximos días nos esperan muchas cosas nuevas. Visitaremos un precioso pueblo costero victoriano y un parque nacional con cascadas y bosques asombrosos; descubriremos la cultura tradicional de los nativos americanos de esta zona del país; y nos sorprenderemos por la belleza de la salvaje y escarpada costa de Washington.

3 respuestas a “Seattle: bienvenidos a la Ciudad Esmeralda”

  1. […] en el estado de Washington, en el noroeste de Estados Unidos. Se encuentra a menos de 200 km de Seattle, y su cercanía a esta gran ciudad hace que sea uno de los destinos preferidos por sus habitantes […]

  2. […] abandonar Seattle, dedicamos tres días a explorar la Olympic Peninsula. Sin duda fue una decisión de lo más […]

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