Descubriendo Génova en un día

Génova

Nuestro viaje en coche por Italia empezó en Génova. Capital de Liguria, Génova fue en su día la capital de la república del mismo nombre. Durante siglos prosperó gracias al comercio naval: no en vano Génova sigue siendo uno de los puertos más importantes del Mediterráneo. En manos de la nobleza y la burguesía, la ciudad floreció y se lleno de arte y palacios. Familias tan importantes como los Doria lideraron la época más próspera de la ciudad, hasta que llegó el inevitable declive y la República de Génova pasó a formar parte del Reino de Cerdeña para, más tarde, formar parte de Italia tal como se conoce hoy día.

La ciudad de Génova no gusta a todo el mundo. A pesar de no ser la más bonita de Italia ni mucho menos, es quizá una de las más auténticas. Pasear por las callejuelas de su casco histórico consigue transportar al visitante a otra época.

En Génova aún es posible encontrar tiendas como las de antes.

Allí todavía es posible encontrar rastros de su pasado como pueblo pesquero. Pero la mala conservación y la suciedad de esa zona de la ciudad hacen que a priori pueda parecer poco atrayente pasear por sus calles. Sin embargo, merece la pena hacerlo. A continuación os mostramos todos los rincones de la ciudad que vale la pena conocer.

Otra droguería cien por cien auténtica.

Genova Pass: el mejor abono de transporte para conocer la ciudad en 24 horas

Como ya os contamos en el post anterior, durante nuestra estancia en Génova nos alojamos en un camping a las afueras de la ciudad. Concretamente, en Pegli. Conducir hasta el centro de la ciudad es una locura, tanto por el tráfico horroroso que hay como por la dificultad a la hora de aparcar. Así que desde el principio tuvimos claro que íbamos a dejar el coche en el Camping Villa Doria e ir en transporte público hasta el centro de Génova.

Pegli está bien comunicado tanto en tren de cercanías como en autobús. En los kioskos de prensa y los estancos, entre otros lugares, se pueden comprar los billetes de transporte. Los hay sencillos, con una validez de 100 minutos. Cuestan 1,50€ cada uno, o 1,60€ si incluyen también el tren. Necesitaríais dos, uno para la ida y otro para la vuelta. Otra opción, que al final puede resultar más económica, es comprar el Genova Pass. Cuesta 4,50€ y tiene una validez de 24 horas.

Lo compramos en la recepción del camping, donde también nos dan un mapa de la ciudad y algunos consejos. El Genova Pass permite hacer viajes ilimitados en tren, autobús, metro, funicular y cualquiera de los ascensores de la ciudad. A nosotros nos salió a cuenta, ya que usamos un par de veces los ascensores y el autobús. Si única y exclusivamente vais a hacer el viaje de ida y vuelta, entonces quizá os sea más rentable comprar los billetes sencillos.

En tren hasta Piazza Principe

Con el billete en mano nos acercamos a la estación de tren de Pegli. La linea que pasa por allí es la que va de Voltri a Nervi. La estación en la que nos bajaremos es Genova Piazza Principe. Lo que más nos sorprende del tren es lo viejo que es. Seguro que los hay más modernos, pero el que nos toca ya tiene muchos años a cuestas. Aún así, funciona perfectamente y en unos 20 minutos llegamos a nuestra parada.

Por cierto, a la hora de validar vuestros billetes en la máquina que hay en la estación, recordad que si lleváis el Genova Pass sólo debéis hacerlo esta primera vez. Y tened en cuenta que una vez hayáis introducido el billete en la ranura de la máquina, deberéis deslizarlo hacia la izquierda para que quede correctamente validado.

Un paseo por los caruggi genoveses

Génova cuenta con el casco histórico más grande de Europa. Y su seña de identidad son sus estrechos callejones, llamados caruggi. La mejor forma de conocer esta parte de la ciudad consiste en callejear y perderse un poco por allí. Como nos hemos apeado en la estación de tren de Piazza Principe, empezamos a explorar Génova por uno de sus caruggi más importantes: Via di Prè.

En la Piazza della Commenda, de la cual parte la Via di Prè, se encuentran la Commenda di Prè y la iglesia de San Giovanni di Prè. Fueron fundadas en 1180 por la Orden de los Caballeros de Malta. La Commenda di Prè hacía las funciones de hospital y albergue para todos aquellos peregrinos que iban a Tierra Santa a luchar en las Cruzadas.

Nos internamos en la Via di Prè, que desde el principio nos atrapa con su decadencia y abandono. Se parece tanto al barrio del Raval de Barcelona que enseguida nos enamora. Es una estrecha calle comercial repleta de pequeñas tiendas regentadas por inmigrantes de distintas nacionalidades.

Una peluquería cualquiera en Via di Prè.

La ropa tendida a secar ondea en las ventanas de los bloques de pisos. A esta hora de la mañana aún hay poco movimiento. Algunos transportistas cargan y descargan las mercancías en los comercios. La suciedad y los malos olores a orines y basura impregnan el ambiente. Si alguien viaja a Génova buscando algo de glamour o sofisticación seguro que se marchará muy decepcionado.

Seguimos nuestro camino por Via del Campo. Al inicio de esta calle se encuentra la Porta dei Vacca. Data de 1155 y es una antigua puerta de la muralla que rodeaba el casco antiguo. Esta calle es muy similar a Via di Prè. Abundan los bazares, las fruterías y los locutorios.

La fruta y la verdura se vende a precios más que razonables en las fruterías del barrio.

Probando la famosa farinata

Llegamos a la Piazza Fossatello, una pequeña plaza de lo más concurrida y animada. En una de las esquinas de la plaza encontramos un local histórico, en pie desde 1780: la Pasticceria Liquoreria Marescotti di Cavo. Se venden licores y dulces, una combinación ganadora sin duda.

Desde la Piazza Fossatello giramos a la derecha. Queremos acercarnos a la bonita Piazza Caricamento, con su espectacular Palazzo di San Giorgio. Hasta allí nos conduce la Via Sottoripa, una calle cubierta por soportales de principios del siglo XII.

Bajo esos soportales descubrimos una animada calle. Hay vendedores ambulantes y un sinfín de pequeños comercios. Precisamente en el número 113 de Via Sottoripa se encuentra una freiduría de las de toda la vida donde probar la famosa farinata, uno de los productos estrella de la gastronomía genovesa.

Compramos una porción de esta auténtica delicia y nos sentamos a la sombra de la parte trasera del Palazzo di San Giorgio a degustarla sin prisas.

La farinata es una especie de torta hecha con harina de garbanzo. Se hornea con aceite de oliva y se come caliente y recién hecha. La que nosotros compramos lleva también un poco de queso y os aseguramos que está absolutamente deliciosa. No os podéis marchar de Génova sin probarla.

Sentados en la parte trasera del palacio disfrutamos de la farinata mientras contemplamos el ir y venir de los genoveses.

La Piazza Caricamento: una plaza abierta al puerto

Una vez nos terminamos la farinata nos asomamos a la Piazza Caricamento. Es una plaza muy amplia, flanqueada por las fachadas de colores de los bloques de pisos a un lado y por el puerto al otro.

Sin embargo, las vistas quedan bloqueadas por la horrible carretera elevada que atraviesa toda la fachada marítima de la ciudad y lo estropea todo.

La horrible carretera, que no sólo afea las vistas sino que con el ruido y el humo de los tubos de escape estropea a ratos la visita a la ciudad.

Es una lástima que no se haya hecho nada para eliminarla. Aunque ya hay otra carretera soterrada, ésta sigue aquí.

Admiramos de cerca la bonita fachada del Palazzo di San Giorgio. Aunque la parte trasera no tiene ninguna gracia, la fachada que da al mar está decorada con frescos de Lazzaro Tavarone que datan de 1606.

En uno de ellos, como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta el nombre del palacio, aparece San Jorge matando al dragón.

Piazza Banchi: una de las plazas más bonitas de Génova

Antes de cruzar la infame carretera para acercarnos a la zona del puerto, nos acercamos hasta la Piazza Banchi, que está allí mismo. Es una plaza pequeñita pero preciosa, uno de nuestros rincones favoritos de Génova. Hay varios puestos de venta de libros de segunda mano, además de un puesto de flores que le aporta un alegre colorido.

En un extremo de la plaza se levanta la bonita iglesia de San Pietro in Banchi. En el otro lado está la Loggia di Banchi, donde se llevaban a cabo los intercambios comerciales y de divisas durante la Edad Media. Del edificio original ya no queda nada, pero el que lo sustituyó a finales del siglo XVI es muy bonito gracias a sus enormes ventanales acristalados.

Porto Antico: un espacio renovado lleno de museos y atracciones

Ahora sí, nos acercamos hasta la zona del puerto de Génova conocida como Porto Antico. Lo primero con lo que nos topamos es el ascensor panorámico llamado Il Bigo. Fue diseñado por Renzo Piano y su estructura recuerda a las enormes grúas portuarias. Junto al él se encuentra el Acuario de Génova, considerado uno de los mejores de Europa. En esta zona del puerto hay otros lugares interesantes que se pueden visitar como el Museo Nacional de la Antártida, la Biosfera o el museo Galata Museo del Mare. Nosotros no visitamos ninguno de ellos por falta de tiempo, pero si os interesa podéis consultar en esta página web los precios de las entradas, tanto individuales como combinadas. El Galeone Neptune, que también está fondeado en el puerto, se puede visitar previo pago de la entrada (5€ los adultos y 3€ los niños).

Después nos acercamos al corazón del Porto Antico. Paseamos por la Via del Molo hasta Porta Siberia. Aquí era donde antiguamente se cobraban las tasas aduaneras al entrar en el puerto. La verdad es que las cuatro callejuelas que constituyen este antiguo barrio de pescadores nos decepcionan mucho. Esperábamos encontrarnos con algo parecido a la Barceloneta, pero no tiene nada que ver. Decidimos dar media vuelta y seguir explorando el centro de Génova. Ni siquiera nos acercamos hasta los Magazzini del Cotone, los antiguos almacenes también remodelados por Renzo Piano que hoy albergan un auditorio y salas de congresos, además del museo infantil La Città dei Bambini e dei Ragazzi.

La Casa del Boia: olvidada en un rincón de la ciudad

Cruzamos de nuevo la carretera y nos topamos de frente con la Casa del Boia, en un extremo de la Piazza Cavour. Esta pequeña edificación de piedra data del siglo XI o XII. Se llama Casa del Verdugo porque se supone que aquí residía el verdugo encargado de ejecutar las sentencias de muerte emitidas por la República de Génova.

Entre el ruido de los coches y los feos edificios de pisos que hay detrás, la Casa del Boia sobrevive sin pena ni gloria olvidada en este rincón de la ciudad.

Piazza delle Erbe: un buen lugar para tomar el famoso aperitivo vespertino genovés

Nos internamos nuevamente en el centro histórico de Génova y vamos callejeando por sus caruggi hasta la Piazza delle Erbe. Por la Via San Bernardo y la Via San Donato llegamos directamente a esta bonita plaza.

Hay varias terrazas de bares que a esta hora de la mañana están cerradas, pero seguro que a la hora del famoso aperitivi se llenan de gente.

El imponente Palazzo Ducale

Desde allí llegamos a la Piazza Giacomo Matteotti, donde se alza el impresionante Palazzo Ducale. A su lado se encuentra la iglesia del Gesù e dei Santi Ambrogio e Andrea. Esta magnífica iglesia del siglo XVI es de estilo barroco y destacan los frescos que decoran el techo y la cúpula.

Hoy en día el Palacio Ducal alberga exposiciones y todo tipo de eventos culturales. Para más información sobre las distintas actividades programadas en la fecha de vuestra visita, podéis consultar su página web. Nosotros nos paseamos por la planta baja del edificio y salimos por una entrada lateral que va a parar a la Piazza de Ferrari.

Piazza de Ferrari: el centro neurálgico de Génova

La Piazza de Ferrari marca en parte la división entre la Génova medieval, con sus estrechos callejones, y la Génova de los siglos XVI y XVII, repleta de palacios señoriales y con un trazado urbano más moderno. El centro de la plaza está ocupado por una refrescante fuente. El sol calienta de lo lindo y las salpicaduras del agua se agradecen.

En un extremo de la plaza se encuentra el Teatro Carlo Felice, cuya construcción comenzó en 1826, con una estatua ecuestre en honor a Garibaldi justo enfrente. Esta plaza recibe su nombre en homenaje a Luigi Raffaele de Ferrari, un importante filántropo y mecenas que hizo mucho por su ciudad natal. Precisamente en esta plaza se encuentra la Accademia Ligustica di Belle Arti, de la cual fue promotor.

Un paseo por la Via XX Settembre hasta el Mercato Orientale

De la Piazza de Ferrari parte una importante calle comercial, la Via XX Settembre. Aquí es donde se concentran las tiendas de ropa más conocidas.

A esta mujer disfrazada nos la cruzamos un par de veces más. Nos dio la impresión de que quería hacerse fotos con los turistas a cambio de una propina.

Unos soportales dan sombra y hacen más agradable el paseo para los genoveses que se entretienen comprando. El estilo arquitectónico de los soportales cambia a lo largo de la calle, lo que hace un poco más variada la larga caminata.

Nosotros recorremos la animada calle hasta llegar al Mercato Orientale, inaugurado en 1899. No es recomendable pasear por allí con el estómago vacío, ya que la comida expuesta en las distintas paradas es de lo más tentadora.

Si queréis comprar auténticas delicatessen genovesas, este es el lugar perfecto. Hay quesos, embutidos, pasta fresca… Nosotros nos conformamos con comprar algo de fruta.

En los alrededores de Porta Soprana

Como la caminata hasta el Mercato Orientale nos ha dejado bastante cansados, aprovechamos nuestro abono de transporte Genova Pass y cogemos el autobús 44, que nos deja en Piazza Dante. Allí está la supuesta casa natal de Cristóbal Colón, aunque se dice que en realidad nunca vivió allí y que era simplemente la casa de su familia.

La diminuta casita es hoy en día un museo. Nosotros no entramos, ya que hemos leído que no merece la pena. Donde sí que paramos un rato a descansar es en el claustro de la iglesia de san Andrés, del siglo XII, que está junto a la casa.

De la iglesia ya no hay rastro, pero el claustro se ha conservado y resulta un agradable rincón en el que hacer una breve pausa. Allí mismo se levanta la Porta Soprana. Esta magnífica puerta medieval era una de las principales vías de acceso a la ciudad amurallada.

Piazza di San Matteo: un rincón encantador

La Via Porta Soprana nos conduce de nuevo hacia el Palazzo Ducale. Lo rodeamos y nos adentramos por las estrechas callejuelas hasta la diminuta Piazza di San Matteo. Este pequeño rincón, que nos gusta muchísimo, concentra multitud de edificios interesantes. Por un lado está la pequeña iglesia de San Matteo y su claustro. Por el otro, están los palacetes de una de las familias más importantes de Génova: los Doria. En un espacio tan pequeño contabilizamos varios edificios señoriales, entre los que destaca el Palazzo di Lamba Doria. Todos ellos conservan en sus fachadas las típicas franjas alternas de mármol blanco y negro típicas del estilo gótico italiano.

Auténtica comida casera italiana en Da Maria

Tras dar este pequeño rodeo salimos a la Via XXV Aprile, que empieza en la Piazza de Ferrari. La recorremos en busca del lugar donde vamos a comer hoy. Casi al final de la calle, a mano derecha, está el Vico Testadoro. En esta callecita se encuentra Da Maria, una trattoria donde se sirve comida casera en un ambiente muy informal. Ya habíamos leído sobre este lugar, y el chico que nos atendió al llegar al camping donde nos alojamos nos lo recomendó.

El local es muy pequeño y está repleto de gente, especialmente en el piso de arriba. Optamos por quedarnos abajo, junto a la entrada. Las mesas son comunales y no queda más remedio que sentarse junto a desconocidos. La comida que nos sirven es casera de verdad. Está buena, aunque tampoco es que sea nada excepcional. Es comida sencilla, sin pretensiones, de la que te deja lleno y satisfecho.

Nuestro compañero de mesa nos observa atentamente mientras la camarera se afana en servir a los demás clientes.

El menú cuesta 10€ por persona, un precio más que razonable. Pedimos una lasaña al pesto, ya que no es posible visitar Génova y marcharse sin haber probado esta deliciosa salsa a base de albahaca. Tampoco faltan en el menú unos ravioli rellenos de carne con salsa de tomate.

Comida sencilla y sin pretensiones en Da Maria. Justo lo que más nos gusta a nosotros.

Y otro plato muy típico de Génova son las anchoas, que tomamos en una ensalada. El postre se paga aparte y nos cuesta 2,50€ extra a cada uno. En total nos gastamos 25€.

Las anchoas marinadas a la genovesa tienen un sabor distinto y están deliciosas.

Belvedere Castelleto: las mejores vistas de la ciudad

Con la barriga llena, salimos de nuevo a la calle. Nos dirigimos ahora a un mirador con unas vistas fantásticas de la ciudad: el Belvedere Castelletto. Para llegar a esta terraza panorámica tomamos el ascensor que hay en la Piazza del Portello y que tenemos incluido en nuestra Genova Pass.

El interior de uno de los ascensores, que es una auténtica reliquia. A estas alturas del día estamos ya tan cansados que aprovechamos el breve trayecto en ascensor para descansar al máximo.

Una vez arriba disfrutamos de las vistas. Lo que más nos llama la atención es la gran cantidad que grúas que asoman en el horizonte, junto a la zona portuaria.

Desde aquí también se puede ver la Lanterna di Genova, el faro que data de 1128 y que es el emblema de la ciudad. La Lanterna se puede visitar, pero a nosotros nos parece que el entorno en el que se sitúa es muy feo. Además, está un poco lejos del centro. Por eso nos conformamos con verla desde lejos.

Un paseo por las calles más señoriales de Génova: Via Balbi y Via Garibaldi

Bajamos del mirador y damos un paseo por la Via Garibaldi. Esta calle, cuyo nombre original era Strada Nuova, se abrió en 1550 para que los nobles no tuvieran que pasar por los callejones de la Génova portuaria. Está repleta de palacios, como el Palazzo Rosso, el Palazzo Bianco o el Palazzo Tursi. Los tres se han reconvertido en museos. Para más información sobre sus exposiciones, horarios y precios podéis consultar esta página web.

De la Via Garibaldi pasamos a la Via Cairoli y poco después llegamos a la Piazza della Nunziata. Allí se encuentra la iglesia de la Santissima Annunziata del Vastato. Hacemos una visita rápida y enseguida seguimos nuestro recorrido, que nos lleva hasta Via Balbi. Esta calle también está jalonada por palacios, entre los que destaca el Palacio Real. Antigua residencia de la familia Balbi, el palacio data del siglo XVII. Cuando en 1824 pasó a manos de los Saboya se le dio el nombre de Palazzo Reale. Hoy convertido en museo, se puede visitar por el módico precio de 6€. Para más información se puede consultar su página web.

Los caruggi más sórdidos de Génova

Nosotros optamos por saltarnos la visita, ya que no tenemos tanto tiempo disponible. Lo que nos atrae de Génova son las calles de su casco histórico y preferimos emplear el tiempo en callejear un poco más por allí. Nos dirigimos ahora a una zona un poco más sórdida de los caruggi genoveses. El chico de la recepción del camping, al entregarnos el mapa de la ciudad, nos señaló una zona del casco histórico y nos advirtió que es un poco peligrosa.

No obstante, nosotros no nos dejamos amedrentar fácilmente y no dudamos en internarnos por esas callejuelas. Esta parte del centro estaría comprendida entre la Via della Maddalena, la Via San Luca y la Via Orefici, aproximadamente. Es cierto que se nota un ambiente completamente distinto.

Los vecinos del barrio hacen vida normal ajenos a las prostitutas. No nos atrevimos a fotografiarlas por miedo a tener algún problema con sus chulos, que rondaban por allí controlando el negocio.

No solo los callejones parecen incluso más estrechos y sombríos, sino que hay prostitutas por todas partes. Estamos a plena luz del día y no parece que corramos ningún peligro, pero sin duda no se nos ocurriría meternos por aquí al caer la noche.

La Catedral de San Lorenzo: una visita imprescindible

Ponemos rumbo hacia la Piazza San Lorenzo, donde se encuentra la hermosa catedral de Génova. Yendo hacia allí pasamos junto a la Basílica Santa Maria delle Vigne, uno de los edificios religiosos más antiguos de Génova. En caso de encontrarla abierta os recomendamos que entréis a echarle un vistazo. Por fuera no parece gran cosa, pero su interior es muy bonito.

Finalmente nos asomamos a la Piazza San Lorenzo. La amplia plaza supone un cierto alivio después de tanto rato caminando por los estrechos callejones. La catedral, con su fachada de franjas alternas de mármol blanco y negro, data del siglo IX. El campanario y la cúpula no se añadieron hasta el siglo XVI.

La entrada a la Catedral de San Lorenzo es gratuita y no os podéis marchar de la ciudad sin haberla visitado. Su bonita fachada es tan sólo el anticipo de lo que esconde en su interior. Sin duda es una de las visitas imprescindibles en Génova.

Probando la focaccia con unas vistas fantásticas del puerto de Génova

La siguiente parada en nuestro recorrido la hacemos en la Piazza San Giorgio. En esta pequeña plaza hay dos bonitas iglesias: la de San Giorgio y la de San Torpete. La iglesia de San Giorgio está pintada en un suave color verde pastel, mientras que la de San Torpete es de un delicado color amarillo.

En una esquina de la plaza hay una panadería. Aprovechamos para comprar una porción de focaccia que no tardaremos demasiado en comernos para merendar. Se nos ocurre que un buen sitio para hacerlo es junto al puerto. Recorremos todo el muelle sobre el que se asienta el Acuario de Génova. Justo al final hay una amplia plataforma flotante de madera con bancos para sentarse.

Hay muy poca gente, quizá porque no hay ni una sombra y el sol brilla inclemente en el cielo. Desde aquí hay unas vistas fantásticas del Porto Antico y de la ciudad.

Nos comemos la focaccia sin prisas, disfrutando de cada bocado. De la gastronomía típica genovesa hemos probado el pesto, la farinata y la focaccia. Todo nos ha encantado. Sin duda la comida italiana es una auténtica delicia.

Como estamos realmente cansados después de un día de mucho caminar, optamos por dar por terminada nuestra visita a Génova. Antes de regresar al camping nos acercamos a la misma freiduría donde hemos comprado la farinata esta mañana, en la Via di Sottoripa. Compramos unos filetes de pescado rebozados y una porción de empanada rellena de espinacas y queso. Nos lo comeremos cuando lleguemos al camping.

En Génova abundan las pescaderías donde comprar algo de pescado o marisco fresco. Esta se encuentra en la Via Sottoripa.

Si a la ida hemos viajado en tren, para la vuelta optamos por el autobús. En la Piazza Caricamento se coge el autobús nº1, que tiene parada en Pegli. Con el tráfico que hay tardamos unos 40 minutos en llegar, pero vamos contemplando las vistas desde la ventanilla.

Boccadasse: una visita pendiente

Nos vamos sin haberlo visto todo. Génova es una ciudad con un casco histórico muy extenso y se hace imposible abarcarlo todo en tan solo un día. Uno de los rincones que no nos hemos acercado a ver es el barrio de Boccadasse. Este antiguo pueblo marinero está a las afueras de la ciudad. Ofrece una estampa típicamente marinera. Las casas pintadas de colores pastel se agrupan en torno a una pequeña bahía que es el puerto perfecto para las pequeñas barcas de los pescadores de la zona. El motivo por el que prescindimos de esta visita es su gran parecido con los pueblos de Cinque Terre, que tenemos intención de visitar en nuestra siguiente etapa del viaje. Tal como nos recomendó el chico de la recepción del camping, Cinque Terre es mucho más bonita y no queremos dejar de conocer otros rincones de Génova por visitar Boccadasse.

Génova: una ciudad con un encanto muy particular

Génova es una ciudad que nos ha dejado muy buen sabor de boca. A pesar de la suciedad, los malos olores y el ambiente deprimente y sórdido de algunas zonas, podemos asegurar que Génova no nos ha decepcionado para nada.

En Génova aún se encuentran rincones tranquilos e inalterados, ajenos al ajetreo turístico de otras ciudades italianas.

Es una ciudad con un interesante pasado, que ha sabido mantener su autenticidad al margen del turismo de masas. Su esencia se mantiene intacta, y eso es lo que la hace tan especial.

Sólo aquí podría uno encontrar tiendas como esta. La vida de barrio se palpa en cada callejón de Génova.

Sin duda ha sido una forma estupenda de iniciar este viaje. Ahora nos queda por ver qué nos depararán los próximos días.

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