Taranaki/Egmont National Park

Taranaki/Egmont National Park

De los muchos volcanes que hay en Nueva Zelanda, el más perfecto de todos es el Taranaki. Para admirarlo de cerca hay que dirigirse a Egmont National Park, al oeste de la isla norte. Aunque Taranaki es su nombre maorí, el capitán James Cook lo bautizó como monte Egmont. Este es el nombre oficial del parque nacional del que es la principal atracción, aunque está previsto cambiarle el nombre definitivamente un día de estos.

Como en todos los parques nacionales de Nueva Zelanda, de su gestión se encarga el Department of Conservation. Aquí tenéis el enlace a su página web, donde encontraréis toda la información práctica sobre Egmont National Park. Dada su proximidad a Stratford, es una buena opción combinar la visita al monte Taranaki con el recorrido por la Forgotten World Highway. Aún disponemos de varias horas antes de que se ponga el sol y vamos a aprovecharlas para hacer alguna excursión por el parque.

El monte Taranaki a vista de pájaro

Una de las cosas que más llama la atención sobre el monte Taranaki es la perfección de su forma. Su cono es uno de los mejores formados del mundo y alcanza los 2518 metros de altitud. Cuenta con un cono secundario en su lado sur, Fanthams Peak, que llega a los 1966 metros. Va a ser por el lado sur desde donde nos vamos a aproximar nosotros.

A medida que nos aproximamos al parque por la carretera, las vistas al monte Taranaki van ganando en espectacularidad.

En esta imagen sacada de Google Maps podéis ver otra de las cosas más llamativas de este parque nacional: su forma casi perfectamente circular. Su límite parece trazado con un compás, cortando bruscamente el denso bosque para dar paso a las tierras de pastoreo de las granjas circundantes. Antes de ser designado como parque nacional en 1900, este terreno fue establecido como reserva forestal en 1881. Para delimitarla se trazó un radio de 6 millas alrededor del cono del monte Taranaki, de ahí su forma.

Qué visitar en Taranaki/Egmont National Park

Egmont National Park cuenta con tres accesos distintos por carretera, que llevan a tres sectores diferentes del parque. Por un lado está North Egmont, con acceso por Egmont Road. Por otro, está Stratford Plateau, a donde se llega por Pembroke Road. Y por último, a la zona de Dawson Falls se accede por Manaia Road. En cada una de estas zonas se pueden hacer distintas actividades y excursiones.

Como no disponemos de mucho tiempo, nosotros nos decantamos por la zona de Dawson Falls. Allí hay un pequeño centro de visitantes y una zona de aparcamiento. Desde aquí parte el sendero que lleva a Wilkies Pools y, unos 400 metros carretera abajo, está la bonita cascada que da nombre a esta zona del parque. Os contamos más a continuación.

Excursión a Wilkies Pools

Esta ruta circular de 1,9 km es bastante sencilla de realizar. La primera parte incluso es apta para carritos de bebés o sillas de ruedas. El primer tramo del recorrido lo hacemos a través de un bosque denso y húmedo, apodado «bosque de los duendes» o «goblin forest«. El musgo que cuelga de los árboles le da un aire casi mágico, no es de extrañar el sobrenombre que recibe.

Alfombras de tupido musgo lo cubren todo.

Más adelante llegamos a una zona más despejada que nos ofrece unas vistas incomparables de la cima nevada del volcán. Una vez llegamos a Wilkies Pools, un puente nos permite cruzar el arroyo Kapuni para acercarnos a verlas de cerca. Se trata de unas pequeñas pozas naturales excavadas por el agua en la roca volcánica, que se van sucediendo una detrás de otra mediante pequeñas cascadas. Quizá sea porque el arroyo no lleva mucha agua en este momento, pero la verdad es que no nos parece demasiado espectacular.

Para regresar al centro de visitantes podemos desandar el camino que hemos hecho a la ida, pero para no repetir el mismo recorrido optamos por tomar la ruta circular que nos lleva de nuevo hasta el «goblin forest» dando un rodeo por un precioso bosque. Hay que cruzar de nuevo el arroyo Kapuni, pero esta vez no hay ningún puente. Toca atravesarlo a pie, algo que solo es posible hacer cuando no va muy crecido. En caso contrario, no queda otra opción que regresar por el mismo camino que a la ida.

Excursión a Dawson Falls

La verdad es que llamar excursión a los escasos 200 metros que hay que caminar para llegar a esta bonita cascada es un poco exagerado. El acceso al sendero está unos 400 metros carretera abajo desde el aparcamiento del centro de visitantes. Podréis contemplar la cascada desde dos perspectivas distintas: un mirador os permitirá verla desde arriba y unas escaleras os llevarán hasta su base.

Merece muchísimo la pena bajar hasta abajo, aunque luego toque subir y acabéis con la lengua fuera por el esfuerzo. Dawson Falls tiene una caída de 18 metros y se llama así en honor al primer europeo en descubrirla, allá por 1885.

Con esta bonita cascada ponemos punto final a nuestra breve visita a Taranaki/Egmont National Park. ¿Y qué mejor forma de despedirnos que con unas vistas espectaculares al mismísimo monte Taranaki de vuelta al centro de visitantes? Solo por esta imagen final ya merece la pena haber venido hasta aquí, ¿no os parece?

Una bonita playa de arena negra para terminar la jornada

Abandonamos Taranaki/Egmont National Park en busca de un lugar donde pasar la noche. Como el monte Taranaki está tan cerca del mar, optamos por un lugar con playa. La elegida es Ohawe Beach, ya que junto a ella hay un camping low cost. En este post ya os hablamos sobre lo espantoso que fue alojarnos aquí, pero al menos la playa es lo suficientemente bonita como para mitigar un poco la terrible experiencia.

Dedicamos el resto de la tarde a dar un agradable paseo junto al mar. La playa está prácticamente vacía. Hay una familia y un par de personas más. También vemos a un surfista entre las olas, pero a nadie más. Solo las gaviotas nos hacen compañía mientras disfrutamos de este bonito rincón. Sin duda es el punto final perfecto a una jornada de lo más completa.

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