Quimper: la mejor cerámica de la Bretaña

Quimper

Quimper es la capital del Finisterre bretón. Con sus poco más de 60.000 habitantes no es que se trate de una gran ciudad, pero después de varios días recorriendo pequeños pueblecitos el contraste es notable. Hay mucho tráfico y parece que todos los semáforos se ponen en rojo justo cuando llega nuestro turno para pasar. Con los nervios algo desquiciados dejamos el coche en cuanto encontramos una plaza de aparcamiento y nos adentramos a pie en su centro histórico. Nos serenamos enseguida apenas empezamos a callejear y a disfrutar del animado ambiente. Sin duda Quimper merece una visita. Su patrimonio arquitectónico, una catedral preciosa y su famosa cerámica pintada a mano hacen que merezcan la pena todos los atascos de tráfico que podamos encontrar.

La catedral de Saint-Corentin

Situada a orillas del río Odet, la visita a Quimper se divide en dos zonas bien diferenciadas. Por un lado está el centro histórico propiamente dicho, con la catedral de Saint-Corentin y las calles de alrededor como principal atractivo. Por otro lado está el barrio de Locmaria, a poco más de 1 km caminando desde la catedral. Fue aquí donde se desarrollaron las fábricas de cerámica que pronto dieron fama a la ciudad. Todavía hay un par en activo, además de un museo dedicado a ella. Como hemos llegado a Quimper a media tarde no disponemos de mucho tiempo. Vamos a hacer una visita exprés, lo que no deja de ser una lástima porque lo que vemos nos gusta mucho.

Comenzamos con una parada en la Oficina de Turismo, en la rue Élie Freron. Ya con un plano de Quimper en nuestras manos nos encaminamos a la cercana catedral de Saint-Corentin. De estilo gótico, su construcción se inició en el siglo XIII y se prolongó hasta el XV. A las dos torres originales se les añadieron en el siglo XIX las impresionantes agujas, que son visibles desde varios puntos de la ciudad. Nada más acceder a la catedral, lo primero que llama la atención es la desviación que existe entre el coro y la nave. La explicación es sencilla: la catedral se edificó sobre los cimientos de dos edificios anteriores, uno de ellos una antigua catedral románica, que no estaban del todo alineados.

Paseando por el centro de Quimper

Una vez fuera de la catedral damos una vuelta por la plaza de Saint-Corentin. Aquí se encuentra el importante Musée des Beaux-Arts. Se trata del museo de arte más importante de la Bretaña, con obras de Brueghel, Caravaggio, Corot, Gauguin o Rubens, entre muchos otros. Cabe destacar su colección de pinturas de inspiración bretona, de la Escuela de Pont-Aven y de la Escuela Francesa del siglo XIX.

Un rincón de la plaza de Saint-Corentin

Al otro lado de la catedral, en la rue Roi Gradlon, hay otro museo. Se trata del Musée Départamental Breton y cuenta con colecciones de arqueología, mobiliario, cerámica, escultura, orfebrería y trajes tradicionales bretones, además de una colección de pinturas de artistas bretones. Por falta de tiempo se nos hizo imposible visitar ninguno de los dos museos, ni siquiera el interesantísimo museo de bellas artes. Por cierto, frente a la entrada del Musée Départamental Breton se puede coger uno de esos trenecillos turísticos que hacen una visita comentada por Quimper. Os dejamos aquí el enlace a su página web por si os interesa, aunque no fuera nuestro caso.

Rue Kéréon: la calle más bonita de Quimper

Continuamos nuestro paseo por Quimper por la rue Kéréon. Esta calle repleta de tiendas y restaurantes es una de las más bonitas de la ciudad. Las preciosas casas con entramado de madera que aquí se conservan se suman a unas vistas fantásticas de la catedral. En 1762 se produjo un terrible incendio que se prolongó durante 12 días. El fuego destruyó buena parte de las casas de madera de esta calle. A raíz de ello se diseñó un nuevo plan de urbanismo que obligó a construir las nuevas viviendas de piedra.

Al final de la calle cruzamos el río Steïr, que termina vertiendo sus aguas en el Odet y ofrece uno de los rincones más fotogénicos de Quimper.

A pocos metros se abre la plaza Terre-au-Duc, rodeada de casas medievales con entramado de madera y tejados de pizarra. Así como los alrededores de la catedral estaban bajo el poder del obispado, esta zona de la ciudad era el núcleo de poder del Duque de Bretaña, que se mantuvo hasta la anexión del ducado al reino de Francia en 1532.

Seguimos deambulando por el centro de Quimper y explorando sus calles. Pasamos por Les Halles, el mercado municipal cubierto, con su original estructura de madera con la forma del casco de un barco. A través del techo acristalado se pueden ver las agujas de la cercana catedral. El mercado actual data de 1979, ya que el anterior fue destruido por un incendio.

Un bonito rincón con vistas a la catedral

Vamos ya de regreso al coche, pasando por otro bonito rincón de Quimper. La pequeña Place au Beurre recibe este nombre porque aquí era donde se celebraba el mercado de la mantequilla. Ya os contamos en el post dedicado a la gastronomía bretona que la mantequilla que se elabora en esta región tiene la peculiaridad de llevar sal para que se conserve durante mucho más tiempo. Junto a la plaza se encuentra la Rue du Lycée, desde la que se tiene una bonita vista de la catedral.

También junto a la plaza, el Hôtel de Boisbilly cuenta con una bonita fachada del siglo XVII. Es la sede de la Maison du Patrimonie y su interior solo se puede visitar durante las Jornadas del Patrimonio, el tercer fin de semana del mes de septiembre.

Como vamos justos de tiempo cogemos el coche para ir hasta Locmaria. Lo ideal es acercarse hasta allí a pie, dando un paseo por la orilla del río Odet. Con sus puentes y pasarelas peatonales adornados con flores, las vistas con la catedral al fondo merecen la pena.

La famosa cerámica de Quimper

Ya en Locmaria apenas tenemos tiempo de entrar a echar un vistazo a la tienda de una de las dos fábricas de cerámica que aún permanecen activas en Quimper. Están a punto de cerrar, así que nos paseamos admirando las bonitas piezas que hay a la venta. Son carísimas, algo comprensible teniendo en cuenta que están hechas y decoradas una a una completamente a mano. En la fábrica de HB-Henriot se ofrecen visitas guiadas que permiten observar todo el proceso de creación, desde la fabricación de los moldes y la preparación de la arcilla hasta el pintado a mano y el horneado final.

El origen de la cerámica de Quimper se remonta a 1690. Gracias a las condiciones más que propicias de la población (arcilla en abundancia a orillas del río Odet, bosques que ofrecían madera para los hornos y un río navegable que facilitaba el transporte y la distribución de la producción) y a la llegada de un maestro ceramista con visión de negocio, la fabricación de cerámica prosperó enseguida. En el siglo XIX se popularizó la decoración típica de Quimper, con una figura vestida con el traje tradicional bretón y una decoración floral de colores azul, verde, amarillo, rojo y morado.

Una de las características de la cerámica de Quimper es que está pintada a mano alzada (o «à la touche«), lo que hace que cada pieza sea única. Se producen tanto objetos decorativos como para el uso doméstico, seguro que encontráis alguna pieza que llevaros a casa de recuerdo. En el cercano Musée de la Faïence se pueden admirar algunos de los diseños más bonitos. Nosotros damos por finalizada la visita a Quimper cuando vienen a avisarnos de que están cerrando ya la tienda.

Terminando la jornada en el horrible camping municipal

Eso sí, no nos vamos muy lejos. Hoy pasaremos la noche en el camping municipal de Quimper, sin saber aún lo espantoso que es. Sobre él ya os hablamos en este otro post, pero no podemos dejar de insistir en que, si podéis, lo evitéis a toda costa. Al menos nos queda el bonito sabor de boca que nos ha dejado la visita a Quimper para hacer más llevadera la estancia.

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