La Ville Close de Concarneau

Concarneau

Concarneau es famosa por su Ville Close, una ciudadela fortificada del siglo XIV construida sobre un pequeño islote en mitad del puerto. Dar un paseo por sus callejuelas y por las murallas es ya motivo suficiente para visitarla. Pero desde nuestro punto de vista es su interesantísimo Museo de la Pesca lo que termina de decantar la balanza a su favor y convierte a Concarneau en un imprescindible en cualquier viaje a la Bretaña.

Quizá un museo dedicado a la pesca no despierte vuestro interés de buenas a primeras. Pero si además de aprender un montón de cosas os ofrece la posibilidad de subir a bordo de un auténtico barco de pesca que podréis explorar a vuestras anchas, la cosa ya cambia, ¿no os parece? Otro punto a favor de Concarneau son sus conservas de pescado, una auténtica delicia que se sigue elaborando in situ al estilo tradicional. De todo esto y mucho más os hablamos en este post, seguid leyendo para descubrirlo todo sobre Concarneau.

La Ville Close de Concarneau: una diminuta ciudad amurallada

El origen de Concarneau hay que buscarlo en su Ville Close. En el siglo XIV una pequeña comunidad se había asentado en este diminuto islote. A buen resguardo en una pequeña bahía, era hogar de pescadores y algún pequeño burgués. Unas murallas añadían un extra de protección al conjunto, que pronto se convirtió en un enclave militar debido a su posición estratégica. El aspecto de la fortificación actual se debe a Vauban, el ingeniero militar por excelencia, quien en el siglo XVII llevó a cabo una serie de mejoras en las murallas. La calle principal de la Ville Close lleva su nombre en su honor.

Esta maqueta expuesta en el Museo de la Pesca permite observar Concarneau a vista de pájaro y apreciar todos los detalles que la convierten en un lugar tan especial y único.

Es por la Rue Vauban por donde comenzamos nuestro paseo por Concarneau. Vamos a centrar nuestra visita en la Ville Close, dejando de lado su parte más moderna. Con el crecimiento de la población a Concarneau no le quedó más remedio que expandirse fuera de las murallas de la pequeña isla. Desde la Ville Close se tienen unas vistas estupendas del frente marítimo y del puerto de Concarneau, pero como vamos algo justos de tiempo tomamos la decisión de prescindir de una visita más a fondo.

Un paseo por las murallas de Concarneau

El acceso a la Ville Close no puede ser más bonito. Un campanario y un reloj solar incrustado en el grueso muro de piedra atraen todas las miradas. Lo primero que hacemos es subir a la Torre del Gobernador. Las vistas panorámicas son fantásticas desde lo alto. Hace un día magnífico, soleado y con una temperatura de lo más agradable. El puerto está tranquilo a estas horas de la mañana. Un viejo barco pesquero, amarrado junto a la muralla, nos llama la atención. Todavía no lo sabemos, pero dentro de un rato estaremos paseando por la cubierta de la vieja embarcación y curioseando cada rincón.

En unos minutos hemos llegado al otro extremo de la isla, a la Porte des Larrons. Esta torre recibe este nombre porque por una pequeña puerta abierta en el grueso muro de piedra los ladrones condenados a muerte eran embarcados y llevados a la orilla de enfrente, donde la horca los esperaba. Un pequeño anfiteatro al aire libre y una zona arbolada ocupan esta zona de la Ville Close.

También es aquí donde una embarcación llamada Le Bac du Passage permite cruzar en solo tres minutos al barrio de Lanriec, en la otra orilla. Este servicio de ferry está en funcionamiento desde 1678 y su trayecto de apenas 200 metros hace que sea el más corto del mundo. Cuesta 1€ por trayecto (gratis para los menores de 10 años). Aunque nosotros no lo utilizamos, sí que vimos a varios pasajeros embarcar y desembarcar.

Explorando la Ville Close de Concarneau

Ahora que hemos bajado de las murallas toca explorar el interior de la Ville Close de Concarneau. La rue Vauban es la calle principal y la Place Saint-Guénolé es el corazón de la diminuta ciudadela. La mayoría de casas son de piedra, pero también se pueden encontrar algunas con entramado de madera. Todas son preciosas y están muy cuidadas, con flores y redes de pesca decorando las fachadas. Parece mentira que en un espacio tan reducido se puedan encontrar tantas tiendas, restaurantes y pastelerías.

Aprovechamos para hacer algunas compras y para entrar a curiosear en algunas tiendas de conservas de pescado. El desarrollo de la industria conservera trajo prosperidad a Concarneau y sigue siendo un importante motor económico para la región. Su puerto pesquero es el primero de Francia en cuanto a la pesca del atún. Algunas de las conserveras locales son la Conserverie Courtin y la Conserverie Jean Burel. De estas dos probamos algunos de sus productos y os aseguramos que son una verdadera delicia. En este post que dedicamos a la gastronomía bretona tenéis más información al respecto. Otras conserveras de la zona que no tuvimos ocasión de probar pero que tienen un gran renombre son Gonidec, Connetable y la Compagnie Bretonne, entre otras. Algunas de ellas incluso ofrecen visitas guiadas a sus instalaciones, por si os interesa. Encontraréis más información en sus respectivas páginas web.

El imprescindible Museo de la Pesca

Para aprender mucho más sobre el mundo de la pesca y las distintas técnicas empleadas a lo largo de la historia, nada mejor que una visita al Museo de la Pesca. Nos parece la mejor manera de terminar cualquier visita a la Ville Close de Concarneau. También descubriréis las distintas formas de conservación del pescado que se vienen empleando desde la antigüedad. Todo ello de una forma muy amena, con unos dioramas y maquetas con un nivel de detalle impresionante. En el museo también se exponen algunas embarcaciones tradicionales y todo tipo de utensilios relacionados con la pesca.

Este museo es una auténtica maravilla. Aunque el tema no os parezca particularmente interesante, os aseguramos que merece totalmente la pena. Y si os gusta el maquetismo, entonces ya os parecerá el no va más. Hicimos un montón de fotos pero por motivos prácticos solo os enseñaremos unas cuantas para que os hagáis una idea de lo que os vais a encontrar. La entrada solo cuesta 5€ y nos pareció el mejor gasto que hicimos en todo el viaje a la Bretaña. Pensaréis que no hay para tanto, pero es que la visita incluye subir a bordo del Hémérica.

Aprendiendo sobre la pesca y la conservación del pescado

Algunas de las embarcaciones tradicionales expuestas en el museo.
Un ejemplo de los dioramas y maquetas que vais a poder ver en el museo. El nivel de detalle es impresionante. En estos de aquí se muestran distintas etapas de la pesca, la limpieza y el secado del bacalao.
Latas de sardinas.

Una parte importante de la exposición se centra en los distintos procesos de conservación del pescado, tanto los tradicionales como los industriales: secado, salazón, ahumado, marinado, envasado y congelado. El envasado en latas de conserva supuso un gran avance en la conservación del pescado y marisco por las múltiples ventajas que presenta. El enlatado de sardinas se inició en 1823 en Nantes y el auge de la pesca de la sardina en las costas bretonas durante el siglo XIX favoreció el desarrollo de la industria conservera, que se implantó en todo el litoral.

Si los años 1902-1909 fueron desastrosos para la explotación de la sardina y la población costera se vio severamente afectada, esto tuvo el efecto de desarrollar la conservación de la caballa, la anchoa y especialmente el atún. Fue bajo la presión de esta escasez que los conserveros bretones se asentaron en la costa vasca, en Portugal y más tarde en Marruecos.

Proceso de congelación industrial.
La caza de la ballena. Estos animales eran apreciados no solo por su carne, sino por el aceite que se obtenía de su grasa, por sus huesos y por sus barbas, entre muchos otros productos derivados.

A bordo del Hémerica

El Hémerica es un auténtico barco de arrastre construido en 1957 que estuvo en activo hasta 1981. Podréis recorrerlo enterito sin prisas y a vuestro ritmo. Visitaréis los camarotes, la cocina, el baño, el almacén del pescado, el puente de mando… Absolutamente cada rincón. Os podréis hacer una idea de las duras condiciones de vida de los marineros. A nosotros nos pareció una pasada y no nos cansaremos de recomendarlo una y mil veces. Aquí os dejamos una muestra de las docenas de fotos que hicimos.

Subiendo a bordo del Hémerica.
Las literas de la tripulación no tienen pinta de ser muy cómodas y algunas son tan cortas que es imposible que una persona adulta se pueda estirar en ellas. La cama de la enfermería tampoco es que sea ninguna maravilla.
Aquí se almacenaban las capturas del día hasta ser descargadas al regresar a puerto.
La única ducha del barco se encuentra en un cubículo realmente pequeño. La cocina tampoco es que sea mucho más grande.
Junto a la cabina del barco se encuentra el camarote privado del capitán. Seguramente durante sus años en activo los cristales se mantenían más limpios para permitir al timonel ver algo a través de ellos.
Explorando hasta el último recoveco del barco.
No solo podréis subir a bordo del Hémerica, también podréis ver su maqueta (junto a la de otros muchos barcos de pesca).

Con la visita al museo nos despedimos de Concarneau y su maravillosa Ville Close. Ha sido uno de los puntos fuertes de este viaje por la Bretaña, pero aún nos quedan muchos más lugares por conocer.

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